lunes, 12 de mayo de 2008






EL GUACAMAYO



El guacamayo, ave de hermoso, codiciado plumaje, en el que predominan los colores rojo y verde, despierta la admiración de quienes lo contemplan tanto en su medio natural como en refugios y zoológicos. El guacamayo rojo (Ara macao) y el guacamayo verde (ara militaris) acicalan constantemente sus plumas de vivos colores con sus gruesos picos, que les sirven para buscar insectos en los viejos troncos de los árboles.
Estos bellos animales, que se pasan la mayor parte del día asoléandose y comiendo, pertenecen a la familia de los psitácidos. En México hay 18 especies de guacamayos que comprenden a los más grandes y coloridos integrantes de la familia de los loros.
Su hábitat en la América tropical abarca desde el sur de México hasta Paraguay. Algunas de sus características físicas sobresalientes son, además de la vistosidaad de su plumaje, el enorme pico largo y curvado que tiene en la mandíbula superior y sus redondos ojos negros, circundados de piel desnuda.
Según datos proporcionados por Pronatura Península de Yucatán, A.C, la especie de mayor tamaño, el guacamayo rojo, escarlata o azul y rojo, se encuentra desde México hasta Bolivia y mide 90 centímetros de longitud, de los cuales 60 corresponden a la cola.
Su definición como guacamayo escarlata o rojo se debe al predominio de plumas de este tono, aunque la parte superior de las alas sea amarilla, las remeras azules y las plumas inferiores y exteriores de la cola de tono azulado.
El guacamayo verde o "ara militaris" mide 75 centímetros de longitud y se localiza desde México hasta Brasil. Su color es verde, matizado con azul en sus remeras, y tiene una franja carmesí en la frente y otra en la parte posterior de la cola.
A la llegada de los españoles, los guacamayos rojos y verdes, así como las demás variedades, abundaban por todo el territorio mexicano, lo que causó sorpresa y admiración en los visitantes.
En particular, las plumas de los guacamayos eran uno de los objetos más apreciados por las culturas indígenas, ya que las utilizaban para adornar sus vestimentas, sus penachos y accesorios. Incluso, las usaban para comerciar o para presentarlas a algún soberano de lejanas tierras como regalo de amistad.
La cacería de estas aves, así como de otras igualmente vistosas, era temporal y con el pleno conocimiento de las épocas indicadas para ello. No se cazaba por cazar y de esta manera los guacamayos tenián garantizada su existencia y convivencia con los seres humanos.
COSTUMBRES
Entre las costumbres conocidas de los guacamayos se sabe que van de un sitio a otro siempre y en bandadas estridentes y provocan gran algarabía cuando están en grupo acicalándose, comiendo o asoleándose; todo les parece motivo para chillar a coro. Solo permanecen callados cuando están criando a los pequeños.
Por las mañanas, apenas despunta el sol en el horizonte, abandonan su percha nocturna para reunirse en un árbol con sus congéneres; permanecen en comunidad por mucho tiempo acicalándose y asoléandose hasta que el hambre los impele a lanzarse entre los árboles en busca de comida. El espectáculo que proporciona el grupo de guacamayos multicolores volando mientras sortea los diversos árboles es algo que nunca se olvida, según afirman los que han tenido la suerte de presenciarlo.
Cuando el calor del mediodía se intensifica, estas aves prefieren cobijarse a la sombra de las ramas o en las oquedades de los troncos, mordisqueando la madera para propiciar la salida de los insectos que allí habitan; cuando el sol declina, nuevamente se lanzan al vuelo y reanudan sus actividades rutinarias, para retornar a su habitul lugar de reunión: un árbol desnudo que les sirve para realizar "los comentarios del día" y retirarse luego a descansar.
La mayoría de los guacamayos se nutre de semillas y frutos, y las especies mayores son capaces de romper las duras cáscaras del marañón con su grueso pico, para extraer posteriormente las semillas sirviéndose de su carnosa lengua. Hasta ahora no se conoce toda la amplia gama de alimentos que consumen en su medio ambiente natural.
En cautiverio se ha comprobado que se adaptan muy pronto a las pepitas de girasol y al pan con mantequilla. Es probable que en su estado natural se alimenten de insectos.
Las guacamayas hacen sus nidos en los huecos de los árboles a gran altura del suelo, y una vez puestos los huevos se muestran agresivas ante cualquiera que se aproxime a su nido.
Algo curioso es que aún los guacamayos domesticados desafían a sus dueños, si estos intentan averiguar lo que está sucediendo en su recinto.
Cuando brotan, las crías son ciegas y se encuentran desprovistas de plumaje, el cual comienza a brotar poco después de una semana; entonces el pico se obscurece y los polluelos comienzan a abrir los ojos. Las plumas hacen su aparición primero por la espalda, luego en la cola y finalmente en el resto del cuerpo y la cabeza. A las diez semanas, el guacamayo joven tiene su plumaje completo, pero no abandona el nido hasta que transcurren otras tres semanas; sólo se sientan en la entrada del nido y sus padres los alimentan mediante regurgitación.
El guacamayo es más vulnerable ante la cacería, por su costumbre de alimentarse en grupo. Esto lo aprovechan muchas personas, especialmente coleccionista o contrabandistas de aves, que buscan los lugares en donde suelen reunirse para cazarlos al por mayor.
La caza indiscriminada y la venta de sus plumas son dos de las causas más importantes para que estas bellas aves sean consideradas por la Secretaría de Ecología y Desarrollo urbano como "en peligro de extinción". Además, la destrucción de gran parte del territorio selvático en que viven también ha mermado su población, hasta el grado de que algunas variedades de guacamayo fueron vistas por última vez hace muchos años, y otras son cada vez más escasas.

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