lunes, 12 de mayo de 2008






EL GUACAMAYO



El guacamayo, ave de hermoso, codiciado plumaje, en el que predominan los colores rojo y verde, despierta la admiración de quienes lo contemplan tanto en su medio natural como en refugios y zoológicos. El guacamayo rojo (Ara macao) y el guacamayo verde (ara militaris) acicalan constantemente sus plumas de vivos colores con sus gruesos picos, que les sirven para buscar insectos en los viejos troncos de los árboles.
Estos bellos animales, que se pasan la mayor parte del día asoléandose y comiendo, pertenecen a la familia de los psitácidos. En México hay 18 especies de guacamayos que comprenden a los más grandes y coloridos integrantes de la familia de los loros.
Su hábitat en la América tropical abarca desde el sur de México hasta Paraguay. Algunas de sus características físicas sobresalientes son, además de la vistosidaad de su plumaje, el enorme pico largo y curvado que tiene en la mandíbula superior y sus redondos ojos negros, circundados de piel desnuda.
Según datos proporcionados por Pronatura Península de Yucatán, A.C, la especie de mayor tamaño, el guacamayo rojo, escarlata o azul y rojo, se encuentra desde México hasta Bolivia y mide 90 centímetros de longitud, de los cuales 60 corresponden a la cola.
Su definición como guacamayo escarlata o rojo se debe al predominio de plumas de este tono, aunque la parte superior de las alas sea amarilla, las remeras azules y las plumas inferiores y exteriores de la cola de tono azulado.
El guacamayo verde o "ara militaris" mide 75 centímetros de longitud y se localiza desde México hasta Brasil. Su color es verde, matizado con azul en sus remeras, y tiene una franja carmesí en la frente y otra en la parte posterior de la cola.
A la llegada de los españoles, los guacamayos rojos y verdes, así como las demás variedades, abundaban por todo el territorio mexicano, lo que causó sorpresa y admiración en los visitantes.
En particular, las plumas de los guacamayos eran uno de los objetos más apreciados por las culturas indígenas, ya que las utilizaban para adornar sus vestimentas, sus penachos y accesorios. Incluso, las usaban para comerciar o para presentarlas a algún soberano de lejanas tierras como regalo de amistad.
La cacería de estas aves, así como de otras igualmente vistosas, era temporal y con el pleno conocimiento de las épocas indicadas para ello. No se cazaba por cazar y de esta manera los guacamayos tenián garantizada su existencia y convivencia con los seres humanos.
COSTUMBRES
Entre las costumbres conocidas de los guacamayos se sabe que van de un sitio a otro siempre y en bandadas estridentes y provocan gran algarabía cuando están en grupo acicalándose, comiendo o asoleándose; todo les parece motivo para chillar a coro. Solo permanecen callados cuando están criando a los pequeños.
Por las mañanas, apenas despunta el sol en el horizonte, abandonan su percha nocturna para reunirse en un árbol con sus congéneres; permanecen en comunidad por mucho tiempo acicalándose y asoléandose hasta que el hambre los impele a lanzarse entre los árboles en busca de comida. El espectáculo que proporciona el grupo de guacamayos multicolores volando mientras sortea los diversos árboles es algo que nunca se olvida, según afirman los que han tenido la suerte de presenciarlo.
Cuando el calor del mediodía se intensifica, estas aves prefieren cobijarse a la sombra de las ramas o en las oquedades de los troncos, mordisqueando la madera para propiciar la salida de los insectos que allí habitan; cuando el sol declina, nuevamente se lanzan al vuelo y reanudan sus actividades rutinarias, para retornar a su habitul lugar de reunión: un árbol desnudo que les sirve para realizar "los comentarios del día" y retirarse luego a descansar.
La mayoría de los guacamayos se nutre de semillas y frutos, y las especies mayores son capaces de romper las duras cáscaras del marañón con su grueso pico, para extraer posteriormente las semillas sirviéndose de su carnosa lengua. Hasta ahora no se conoce toda la amplia gama de alimentos que consumen en su medio ambiente natural.
En cautiverio se ha comprobado que se adaptan muy pronto a las pepitas de girasol y al pan con mantequilla. Es probable que en su estado natural se alimenten de insectos.
Las guacamayas hacen sus nidos en los huecos de los árboles a gran altura del suelo, y una vez puestos los huevos se muestran agresivas ante cualquiera que se aproxime a su nido.
Algo curioso es que aún los guacamayos domesticados desafían a sus dueños, si estos intentan averiguar lo que está sucediendo en su recinto.
Cuando brotan, las crías son ciegas y se encuentran desprovistas de plumaje, el cual comienza a brotar poco después de una semana; entonces el pico se obscurece y los polluelos comienzan a abrir los ojos. Las plumas hacen su aparición primero por la espalda, luego en la cola y finalmente en el resto del cuerpo y la cabeza. A las diez semanas, el guacamayo joven tiene su plumaje completo, pero no abandona el nido hasta que transcurren otras tres semanas; sólo se sientan en la entrada del nido y sus padres los alimentan mediante regurgitación.
El guacamayo es más vulnerable ante la cacería, por su costumbre de alimentarse en grupo. Esto lo aprovechan muchas personas, especialmente coleccionista o contrabandistas de aves, que buscan los lugares en donde suelen reunirse para cazarlos al por mayor.
La caza indiscriminada y la venta de sus plumas son dos de las causas más importantes para que estas bellas aves sean consideradas por la Secretaría de Ecología y Desarrollo urbano como "en peligro de extinción". Además, la destrucción de gran parte del territorio selvático en que viven también ha mermado su población, hasta el grado de que algunas variedades de guacamayo fueron vistas por última vez hace muchos años, y otras son cada vez más escasas.





zopilote rey



Siempre que se habla de los zopilotes, acude a la mente la imagen de grandes pájaros negros de aspecto desagradable, plumas ásperas y mal olor, que se alimentan de cadáveres y vuelan tan alto que parecen pequeñas manchas en el cielo.
Sin embargo, existe una variedad muy diferente llamada zopilote rey (Sarcoramphus papa), especie tropical de níveo plumaje que hasta hace algunos años era posible encontrar desde el centro de México hasta el norte de Argentina.
Aunque huele tan mal como sus primos y su carne no es comestible, el zopilote rey es un ave majestuosa y bella. Resalta el contraste del blanco plumaje de su cuerpo con el color oscuro de las plumas que rematan sus alas. Su cuello, en parte cubierto por pequeñas plumas grisáceas, tiene una sección desnuda de llamativos tonos rojizos, naranjas y amarillos.
Su cabeza está cubierta por plumas delgadas y finas de color obscuro que hacen resaltar sus pequeños y redondos ojos, su pico encarnado y la membrana que le protege las fosas nasales. Son aves muy vistosas y cada ejemplar se puede considerar como pieza de colección, razón por la cual son muy solicitadas por los parques zoológicos.
LABOR INCOMPRENDIDA
El zopilote rey se encuentra entre las especies "carroñeras", es decir, se alimenta exclusivamente de materia orgánica descompuesta, por lo que cumple muy importante labor de limpieza del medio ambiente. Su tarea, incomprendida y despreciada por los hombres, ayuda a evitar que se desaten epidemias, plagas y demás males que podrían propiciar los cadáveres de animales en descomposición.
Como "limpiadores" de la selva, los zopilotes rápidamente eliminan la carroña antes de que pueda estimular el desarrollo de enfermedades.
Esta ave juega un papel importante en la cadena trófica al iniciar el consumo del animal muerto y facilitar el acceso para que otros animales puedan alimentarse de estos restos orgánicos.
De acuerdo con la Biol. Marta Abúndez de González, representante de Pronatura, los zopilotes son aves "indicadoras de medio ambiente".
Es decir, su presencia es signo de equilibrio ecológico y su ausencia indica problemas de tipo ambiental.
Es muy poco lo que sabe del zopilote rey, pues no hay en México muchos especialistas dedicados al estudio de este raro animal y menos quienes se encarguen de elaborar un censo para conocer su población actual. Unicamente se sabe que es otra especie en peligro de extinción.
En Yucatán hace tiempo que desapareció. Quizá exista todavía en los recuerdos de personas de cierta edad la difusa imagen de "zopilotes blancos y negros dándose un festín con el cuerpo de algún animal muerto".
Asimismo, estas aves de tan mala reputación protagonizan muchas leyendas, en las que se habla de la variación de su color, o se compara su forma de vida con la de algunas personas.
LA DESFORESTACION
De acuerdo con un estudio realizado por el Biol. Mauro Berlanga sobre el zopilote rey que habita en la Reserva de la Biosfera de Calakmul, Campeche -al parecer el único lugar de la Península de Yucatán donde aún se le puede encontrar-, las principales causas de la alarmante disminución de su número es la desforestación de las selvas tropicales y la persecución de que lo hace objeto el hombre. -El número de zopilotes rey en condiciones naturales ha disminuido por la destrucción de su hábitat, porque consumen restos envenenados por plaguicidas y por la captura para el comercio pues, como señalamos, es una especie muy cotizada por su rareza -señaló.
El zopilote rey es un ave majestuosa que necesita hasta siete años para alcanzar la madurez y coloración adulta. Pone un huevo al año en condiciones naturales y hasta tres en cautiverio.
Le gusta sobrevolar solitario o en grupos no mayores de cinco aves. Con frecuencia lo hace en compañía de otros carroñeros que habitan el área, como el el Aura común (Cathartes aura) y el Carroñero común (Coragyps atratus).
El Biol. Berlanga señala que la Reserva de Calakmul es muy importante para el zopilote rey, sobre todo si se toma en cuenta que en otras regiones ha desaparecido por completo.
De las tres zonas consideradas más propicias para la conservación de esa especie, dos sufren seria desforestación: los Tuxtlas y la Lacandona, en Veracruz y Chiapas, respectivamente. La otra, en el Istmo de Tehuantepec, no cuenta con protección legal, por lo que el futuro de la especie en estos sitios es bastante incierto.
La Reserva de Calakmul colinda al sur con la de la Biosfera Maya en el Petén de Guatemala. En conjunto, ambas abarcan una superficie de casi dos millones de hectáreas, lo que las convierte en el área natural protegida con mayores expectativas para la preservación tanto del zopilote rey
como de otras especies animales y vegetales que están a punto de desaparecer.


LA GARZA ROJIZA

En la ciénaga de Celestún, al mediodía, cuando los intensos rayos del sol deslumbran al reflejarse sobre las poco profundas aguas pantanosas rodeadas de manglares, un grupo de garzas rojizas (Egretta rufescens) ejecuta graciosos saltos con las alas extendidas en busca de alimento.
Como ágiles danzantes, abren las alas para hacer sombra en la superficie del agua y distinguir mejor a los peces que constituyen su dieta principal.
Corren en zig zag saltando entre las aguas someras, siempre con las alas abiertas al perseguir a los peces hasta atraparlos. Pocas garzas lucen tan admirables mientras cazan, dando vida con sus colores y ágiles movimientos a la monotonía de los esteros altamente salinos donde se alimentan.
La garza rojiza es de colores llamativos. Tiene canela oscuro el cuello, las alas y el cuerpo gris y el vientre claro. De esta misma especie existe una que es blanca completamente.
Es una de las siete garzas del mundo que presentan este dimorfismo en su plumaje, por lo que pueden encontrarse individuos blancos y canelos durante todo el año.
Sus largas piernas son negras, pero se tornan azuladas durante la época de reproducción. En los adultos, el pico es de color carne con la punta muy negra, mientras que los jóvenes tienen todo el pico negro.
No existe diferenciación entre los sexos. Habita exclusivamente en las zonas costeras, en pantanos, ciénagas, lagunas y bahías. Su distribución es muy local, es decir, no se extiende por grandes zonas sino que ocupa sitios específicos.
Sus estrechos requerimientos de hábitat y su distribución altamente restringida hacen de la garza rojiza una especie muy vulnerable al desarrollo de los sistemas costeros, a tal grado que se considera como especie amenazada.
Se encuentra principalmente a lo largo de la costa del Golfo de México y del Mar Caribe, con algunas poblaciones pequeñas en las Bahamas, la costa atlántica de Florida y las costas del Pacífico mexicano.
ESPECIE RESIDENTE
Es una especie esencialmente residente de los lugares que habita, aunque existen algunas poblaciones que emigran hacia el Sur, sobre todo las que viven más hacia el Norte, en la Florida y en Tamaulipas.
Sin embargo, su partida se considera "débil", ya que no ocurre en gran número como con otras especies migratorias.
Se encuentra ampliamente distribuida en el país, aunque no es abundante. Se calcula que existen no más de 300 parejas anidantes en las costas del Golfo y del Caribe, según un estudio realizado en 1991 por el estadounidense Richard T. Paul, de la Asociación Audubon.
En la Península de Yucatán se han encontrado colonias anidantes de garza rojiza en Progreso, Cozumel, Bahía de la Ascención, las islas Morena, Holbox y Contoy, Boca Paila, Río Lagartos y Celestún.
Tal vez aniden también en Banco Chinchorro, aunque esto aún no se confirma.
Se calcula que el número total de individuos de esta especie en el país es no menor de 600 y no mayor de 1,000. Sin embargo, se requieren otros estudios para encontrar más poblaciones.
Para anidar, esta especie se reúne en colonias con otras garzas, e incluso con cormoranes y pelícanos grises. Para ello, eligen islotes o zonas inundadas, con lo cual evitan a los depredadores terrestres.
Lo más común es que construyan su nido en los cayos o salientes de la playa, generalmente a la sombra de un mangle y muchas veces incluso sobre el agua. También gustan de anidar en arbustos bajos, o sobre el suelo seco, en lugares rodeados de cactus y arbustos espinosos. Esto ocurre, por ejemplo, en Isla Morena, al norte de Isla Holbox en Quintana Roo, donde pueden verse anidar tanto en las ramas más bajas del manglar como en el piso.
Una vez que la garza rojiza encuentra una isla o cayo adecuado, aprovecha lo que tenga al alcance para construir su nido, que básicamente son ramas de todos los tipos.
ANIDACION E INCUBACION
El período de anidación, aunque no se conoce con certeza, parece situarse entre enero y abril; sin embargo, en la Península de Yucatán se prolonga hasta julio.
Ponen de tres a cuatro huevos, que son de un pálido color azul-verde, aunque algunas parejas llegan a poner hasta siete. La incubación dura de tres a cuatro semanas.
Los padres protegen el nido hasta que los polluelos tienen unas tres semanas de haber salido del cascarón. Durante este tiempo, por lo menos uno de los padres atiende continuamente a las crías.
Las jóvenes garzas abandonan el nido a las cuatro o cinco semanas de brotadas, después de lo cual se quedan en las ramas cercanas o el piso, según el lugar donde hayan brotado. Regresan constantemente al nido para que los padres las sigan alimentando.
El primer vuelo, que resulta un espectáculo digno de admirar, lo realizan a las seis semanas y media. Sin embargo, la dependencia alimenticia de los padres se mantiene por dos o tres semanas más.
Cuando intenta volar, la garza rojiza toma vuelo a la carrera para impulsarse con sus largas patas al tiempo que extiende y bate las alas. Resulta por demás curioso verlas intentar una y otra vez hasta que por fin consiguen levantarse un poco.
Continuarán con este procedimiento agotador hasta lograr el majestuoso vuelo característico de su especie, en el que contraen su largo cuello y extienden sus patas hacia atrás, mientras las alas cortan suavemente el aire, con movimientos pausados que las hace parecer flotar en el viento.
CACERIA INDISCRIMINADA
A fines del siglo ppdo. y principios del presente, la cacería indiscriminada de la garza rojiza en los Estados Unidos ocasionó grave disminución en sus poblaciones.
El objeto de tal práctica era proveer de adornos de plumas a los sombreros femeninos. Justamente cuando se reproduce, la garza rojiza ostenta en su cabeza un penacho de largas plumas, ya sea canelas o blancas, que se levantan elegantes para atraer a la pareja.
Otro acto que contribuyó a la reducción de esta especie es que, al igual que a otras grandes y vistosas aves acuáticas, los pilotos de la Segunda Guerra Mundial las usaban como blancos para practicar su puntería.
Sin embargo, y afortunadamente para la garza rojiza, ambas prácticas han desaparecido. No obstante, la amenaza para la vida de esta hemosa especie continúa.
Los disturbios que las personas ocasionan en las colonias de reproducción, ya sea para tomar fotografías de cerca o durante sus paseos por la costa, ocasionan que las garzas abandonen sus nidos, con la consecuente mortalidad de una nueva generación.
Los perros ferales, que abundan en las costas yucatecas, también representan un grave peligro para esta especie, puesto que se alimentan tanto de huevos como de crías. Recientemente se supo de un caso en Río Lagartos, donde los perros atacaron a la fauna silvestre de la región.
El movimiento hacia la costa de poblaciones humanas, con el consecuente desarrollo y cambios en el ecosistema natural, así como el uso de insecticidas que permanecen en las aguas donde la garza se alimenta y causan que los cascarones de sus huevos sean más frágiles, son otros de los múltiples factores que afectan a la especie.
De continuar con esta situación, la garza rojiza dejará de matizar con su presencia las costas donde habita y se reproduce. La conservación de los ecosistemas costeros se encuentra actualmente entre las prioridades mundiales, puesto que se ha reconocido la importancia que tienen en el mantenimiento de los flujos costeros y de la existencia de muchas poblaciones de peces, aves, reptiles y mamíferos, así como del hombre mismo.
La continua presencia, salud y protección a largo plazo de estas áreas es la clave para el futuro de la garza rojiza, que depende de condiciones ambientales específicas para sobrevivir


ANIMALES EN PELIGRO DE EXTINCION

Aves en peligro


FAISAN

El cojolite (Penélope purpurascens), ave del tamaño de un pavo pequeño, de grandes alas y cola larga, es pariente muy cercano del hocofaisán, aunque, a diferencia de esta tímida ave, ha logrado sobrevivir en hábitats modificados incluso por el hombre.
No obstante, esta facilidad de adaptación no ha evitado que, al igual que otras numerosas especies, esté en riesgo de desaparecer y su preservación sea parte de los programas prioritarios de las asociaciones conservacionistas, como Pronatura Península de Yucatán, A.C.
EL pavo cojolite, ajol o faisán "gritón", como también suele llamársele, es de color café oscuro, con una iridiscencia púrpura o verde pálido, plumas del pecho y abdomen de orillas blancas y "papada" roja; es confundido a veces con el hocofaisán o kambul, ya que de lejos ambos muestran una especie de cresta.
Sin embargo, a los cazadores les resulta fácil diferenciarlas, ya que el kambul se calla y se esconde ante la presencia de extraños y el cojolite se alborota y cacarea.
Hasta hace algún tiempo, se podía encontrar cojolites en los bosques tropicales del norte de Sinaloa, en el centro de Tamaulipas y en la región que se extiende por ambas costas hasta el Itsmo de Tehuantepec y hacia el Este, atravesando Chiapas y las partes boscosas de la Península de Yucatán.
El cojolite puede vivir incluso en los bosques altos rodeados de nubes y en ciertos bosques característicos de las mesetas de Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas, por lo que su localización es más amplia que la del hocofaisán (sobre el cual publicamos amplio reportaje el 29 de diciembre pasado).
El índice de población más alta del cojolite se registra en los bosques tropicales vírgenes de Chiapas y al oeste del río Salto, en San Luis Potosí. En Yucatán, su población ha disminuido notoriamente y son raras las ocasiones en que se puede hallar algunos grupos de pavos cojolites.
El cojolite se reúne en bandadas de número indefinido y es difícil saber la proporción de machos y hembras, ya que en apariencia son iguales. Son principalmente arbóreos y rara vez bajan a la superficie.
Es común verlos en las copas de los árboles, se desplazan de rama en rama en "vuelos cortos", cacareando siempre y tratando de descubrir algún ruido extraño que responda a su llamado. Los cojolites o ajoles se distinguen también por su canto quejumbroso, especialmente por las mañanas, cuando abandonan sus nidos.
La época del apareamiento es aproximadamente a fines de marzo. Los machos se dedican a amenazar a sus rivales con fuertes gritos y sonidos guturales, se persiguen unos a otros hasta las copas de los árboles y se golpean con las alas que baten rápidamente al volar de rama en rama.
La hembra los observa un momento y luego continúa su rutina diaria en espera del ganador, con el cual formará su próxima familia.
EL CORTEJO
El cortejo y la reproducción comienzan a la edad de dos años, pues al año, los jóvenes apenas comienzan a tener plumas y carecen de actividad sexual.
El ajol construye en los árboles nidos muy grandes con ramitas y hojas y prefieren las ramas más altas para ubicarlos, siempre pendientes de la posible cercanía de algún depredador, al que retan con cacareos, pero del cual huyen si se acerca amenazador al nido.
La nidada es de dos huevos, blancos y opacos, aunque algunas veces pueden ser cuatro. Desafortunadamente no se conoce el tiempo de incubación. Desde que brotan, los polluelos son cuidados por ambos padres.
El cojolite, como el hocofaisán, se alimenta de frutas. Entre las presas de los cazadores algunos cojolites tenían los buches llenos de "capulín silvestre" (bumelia peninsularis), común en algunas partes del país. También se alimentan de ciruelos "xoxotl", bellotas, amates, hojas e insectos.
Las aves se concentran frecuentemente en los bosques de árboles llenos de frutos y, al parecer, prefieren tomarlos directamente de las ramitas que comer los que ya se encuentran en el suelo.
El cojolite es perseguido en todas las zonas donde habita y esta caza indiscriminada lo ha puesto en grave riesgo de extinción.
En Yucatán, la escasez de los ajoles se detectó desde 1955. La disminución de su población en nuestro Estado también se debe a la actividad maderera, por lo que resulta difícil distinguir entre los efectos de la cacería y la destrucción de su hábitat como causas de su paulatina extinción.

domingo, 11 de mayo de 2008



ANIMALES EN PELIGRO DE EXTINCION




Animales en en peligro de extincionEn México la caza y la alteración del medio ambiente tienen a muchas especies al borde de su desaparición.Los elementos que constituyen la biósfera, se dividen en inorgánicos, como la luz, el suelo, el agua, y en orgánicos, que a su vez se dividen en flora y fauna.En todo ecosistema los animales tanto vertebrados como invertebrados, constituyen un factor importante. Sus relaciones con los demás integrantes del ecosistema, contribuyen a mantener un equilibrio relativo, cuya estabilidad, posible gracias a complicados mecanismos de retroalimentación en cadena, se altera fácilmente cuando se incide en cualquiera de sus eslabones, por más insignificantes que éstos puedan parecer.Desde sus orígenes, los animales han estado en competencia para sobrevivir. Además, cambios constantes en el medio ambiente han dado como resultado la desaparición de algunas especies y el florecimiento de otras. Estos procesos evolutivos ocurren de manera lenta a lo largo de millones de años, sin embargo, cuando el hombre llegó a escena, hace relativamente poco tiempo, los delicados eslabones faunísticos que habían tenido larga permanencia en la naturaleza, empezaron a romperse y verse alterados.Desde los tiempos más remotos, el género humano ha hecho uso de la fauna silvestre matando o capturando selectivamente algunas de las especies que la integran, bien para liberarse de especies dañinas (serpientes, roedores etc.), o para utilizar su carne como alimento y sus pieles como vestido.La extinción de algunos animales o el estado crítico de otros, por acción del hombre ha sido registrada por algunos autores como Heim (1952) que menciona, entre otras especies definitivamente desaparecidas, a la moa (Dinornis ingens) gigantesca avestruz de Nueva Zelanda.La extinción de la fauna tiene graves repercusiones en los ecosistemas, sobre todo en lo referente a las cadenas tróficas y alimenticias. En la mayoría de los casos, de las especies desaparecidas no se tenía suficiente información acerca de su papel en los diferentes ecosistemas en que participaban.En nuestro país existen, según la lista de especies en peligro de extinción presentada en la Organización de Estados Americanos (OEA) el 5 de febrero de 1973, cerca de cuarenta especies de vertebrados, tanto terrestres como acuáticos. Por ejemplo, el jaguar (Panthera onca) y el cocodrilo (Crocodylus acutus y C. moreletti), cuyas poblaciones han decrecido debido a la caza de que son objeto para el comercio de sus pieles, el cual, la mayoría de la veces, se realiza en forma ilegal, principalmente en la zona sureste del país.Otra causa de extinción, es la desaparición o perturbación de los hábitats característicos de las especies, debido a desforestación, establecimiento de cultivos agrícolas, asentamientos humanos, etcétera, con la consecuente alteración del equilibrio ecológico.La contaminación química es, también, causa de daño a la fauna. Los insecticidas aplicados en los cultivos, a la larga entran a las corrientes de ríos y mares, donde son ingeridos por microorganismos que son comidos por peces y otros animales, y éstos, a su vez, devorados por las aves. En cada paso de esta cadena alimenticia, el insecticida se concentra cada vez más. Tales concentraciones en las aves afectadas hacen que produzcan huevos con cáscaras deficientes en calcio, que el paso de las madres rompe durante la incubación. Como consecuencia de este proceso los pelícanos pardos, los cormoranes y otras aves se han extinguido ya en algunos lugares donde antes predominaban. La contaminación por insecticidas ha llegado incluso a la Antártida y el Artico afectando a pinguinos y osos polares.


A continuacion informacion de algunos felinos en peligro


JAGUAR

Cuando en medio de la selva se oye el imponente rugido de un jaguar, las aves callan y los demás animales se esconden. El silencio entonces sólo es roto por los firmes pasos sobre la hojarasca del felino más grande de América, que con calma, entre los árboles, busca alguna presa para saciar su apetito.El jaguar (Felis bernandesii, Phantera Onca) también conocido como tigre real, es el felino más grande y temido de América, por sus dotes de excelente cazador y conocida fiereza. Sin embargo, pese al respeto que impone, es una más de las especies de la región que corren grave peligro de desaparecer, víctima también del enemigo número uno de la naturaleza: el hombre.Este hermoso felino tiene el cuerpo robusto; su piel es amarilla rojiza en el dorso y los costados, y blanca en el vientre y parte interna de las patas, y est cubierto casi todo de manchas negras de tamaño variable y forma de rosetas, con pequeñas pigmentaciones en el centro.VALENTIA Y DESTREZAPara muchas culturas mesoamericanas, el jaguar representaba la valentía y la destreza. Su piel, pieza privilegiada, sólo podía servir como vestimenta a los jóvenes que demostraban ser valientes.Balam para los mayas, ocelotl para los aztecas o mexicas, representaciones de este felino se encuentran en numerosos escritos, códices, estelas, dinteles y monumentos de culturas mesoamericanas.Incluso, muchas civilizaciones lo convirtieron en una deidad y gobernantes y guerreros mayas complementaron su nombre con el signo del jaguar. Aun en escritos tan antiguos como el Popol Vuh, libro sagrado de los mayas quichés de Guatemala, se hace mención de este fiero animal.Sin embargo, en cada una de esas culturas siempre estaba de manifiesto el respeto no sólo por el jaguar, sino por la naturaleza en general. Los mayas, nahuas, aztecas, otom¡es, pur‚pechas, seris y dem s grupos ind¡genas convivieron con animales y vegetales, respetando siempre su derecho a la vida.Ninguno de los antiguos pobladores cazó sin necesidad alguno de estos felinos, que podían ser hallados en todo el país. Las enseñanzas que los ancianos transmitían a las siguientes generaciones siempre estuvieron basadas en el profundo conocimiento y respeto hacia la naturaleza.De las siete especies de felinos que se localizan en América del Norte: el ocelote, el tigrillo, gato montés, puma, onza, jaguar y el lince, únicamente este último no se encuentra en México.Cuatro son de distribución tropical; el puma, en zonas tropicales y templadas, y sólo el gato montés est restringido a zonas templadas

OCELOTE

Desde tiempos muy remotos, los felinos han sido cotizados por el hombre principalmente para aprovechar su piel y algunas veces su carne, aunque también han sido objeto de veneración por diversas culturas que ven en estos animales un símbolo de la fortaleza y valentía que los hombres deben poseer.Entre las diversas variedades de felinos mexicanos, destaca el ocelote (felis pardalis), cuya existencia ha sido registrada en códices, estelas y otras representaciones mayas, y que, incluso, sirve para nombrar un mes del calendario mexica.Sin embargo, a pesar de que su existencia en tierras mexicanas es tan antigua como la del hombre, ahora se encuentra entre las especies de mamíferos en peligro de extinción, debido, sobre todo, a la cacería indiscriminada que el ser humano ha emprendido contra este felino, principalmente por interés comercial.Pronatura Península de Yucatán A.C informa que el Ocelote, también conocido como tigrillo, xacxicín, leopardus pardalis y ocelot, es un felino manchado, de tamaño mediano, cabeza pequeña y cola relativamente corta. El color base de su cuerpo, piernas y espesa cola es un gris mate, pero intensamente marcado con pigmentos cafés con borde negro. Las manchas en el lomo y cuello son alargadas y las de la porte posterior, casi redondas: la cabeza es café con dibujos negros.El ocelote es un felino que llega a pesar hasta 12 kilogramos, y las hembras son ligeramente más pequeñas que los machos. En México, su distribución abarca los planos costeros tropicales y serranías a ambos lados del país, desde Sonora y Tamaulipas hasta el itsmo de Tehuantepec, Chiapas y la Península de Yucatán. Algunos ejempleras extraviados han sido reportados en Coahuila y diversos lugares del sur de Estados Unidos.Los ocelotes se encuentran ampliamente distribuidos en zonas tropicales, desde el bosque lluvioso hasta bosques tropicales caducifolios. Por lo general, no se les halla en zonas áridas tropicales.En México hay dos felinos manchados de tamaño mediano: el ocelote y el tigrillo: ambos se encuentran en el trópico y la mayoría de los cazadores mexicanos no pueden distinguirlos por lo que llaman tigrillos a los dos. Sin embargo, el tigrillo casi siempre resulta ser un ocelote, ya que este es más común que el otro.El ocelote es uno de los felinos más hermosos que existen, por lo que su piel siempre ha sido valioso artículo, a pesar de la prohibición de comerciar con productos de animales silvestres. En las diversas regiones en que es posible hallarlos hasta ahora, los cazadores de jaguar matan con sus jaurías a muchos ocelotes en su intento por atrapar a los grandes felinos.Los ocelotes son animales nocturnos que pasan la mayor parte del día descansando quietamente en la rama de un árbol alto, de donde bajan por la noche para cazar. Aunque son solitarios, es posible hallarlos con regular frecuencia en parejas de hembra y macho. Cazan en el suelo o sobre los árboles y su dieta incluye gran variedad de mamíferos pequeños y medianos. Además de conejos, también comen aves, iguanas, ranas, peces, cangrejos y pequeñas tortugas.Se aparean en otoño y los cachorros nacen en invierno, aunque algunos biólogos que han realizado estudios en Yucatán informan que el apareamiento se realiza desde octubre y las crían nacen enero. Sin embargo, aún no se tienen datos específicos sobre el período de gestación.También se sabe que regularmente son dos las camadas de cachorros, aunque también pueden nacer dos o tres crías. Por lo general, hacen su nido en una cueva o un árbol hueco, y cuando se capturan desde pequeños y se crían en cautiverio se vuelven dóciles, lo que no se logra con otros felinos.Algunas personas que pasan mucho tiempo en las regiones donde es común encontrar al ocelote narran diversas anécdoas, como una que afirma que este felino puede devorarse a un venado temazate, monos, agutis, pavos de monte y otras especies animales, y que los ocelotes visitan las riberas de los ríos y aguadas para cazar.Uno de los mayores problemas que afronta este animal es su inclinación a matar animales domésticos, en su afán de conseguir alimento, lo que ha motivado que los rancheros, campesinos y demás hombres del campo se conviertan en sus principales enemigos. Se sabe que el ocelote encuentra entre sus presas favoritas a los pollos, puercos, cabritos y ovejas, con el consiguiente perjuicio económico para el propetario.Sin embargo, el hecho de que un ocelote se atreva a atacar a los animales domésticos deriva -como en el caso del jaguar- de la restricción que el hombre ha hecho de su medio ambiente, al talar bosques para la agricultura y la ganadería, y acabar con las diversas especies que le sirven de alimentos.Además de utilizar las pieles de estos animales para comercial ilegalmente, muchos cazadores comen su carne; aseguran que no sólo es muy buena sino que también da vigor, salud y fuerza a la persona que la ingiere. Incluso, en sus anécdotas narran que los hombres beben la sangre aún caliente acumulada en el torax. Esta creencia sobre las propiedades medicinales y sobrenaturales de la carne y de la sangre de los felinos se encuentra generalizada en todo México.

PUMA

Después de matar a su presa, poco a poco la arrastra entre la espesura del monte en busca de algún rincón oculto para devorarla.Así es como el puma (Felis concolor) llega al final de su cacería. Cuando siente hambre, acecha con sigilo a su presa, se acomoda sobre una roca o en las ramas de los árboles en paciente espera. Al llegar el momento propicio, salta con agilidad y clava sus largos colmillos en el cuello de su víctima.A pesar de que la presa -venado, carnero, ganado o caballo- pese más que él, el puma la arrastra con facilidad y sin dejar rastros. La ferocidad del puma es de sobra conocida por los campesinos.En la época prehispánica se creía que matar un puma era de mala suerte, a pesar de que constantemente atacaba a los animales domésticos. Sin embargo, con la llegada de los frailes españoles y los cambios de ideología, la creencia pasó a un segundo término y los indígenas comenzaron a cazarlo, no sólo por su ferocidad, sino también para usarlo como alimento, pese a la dureza de su carne.Según Pronatura Península de Yucatán, A.C., en la actualidad la presencia de este felino, perteneciente a la familia felidae, del orden de los carnívoros, ya no es tan común en varias regiones del país, incluida la Península de Yucatán, no precisamente por efectos de la cacería, sino por la gran escasez de su alimento favorito: el venado, cuya presencia y población está estrechamente ligada a la de este felino.El puma es conocido en algunas regiones como "león americano' o "león de montaña', por su preferencia a vagar por las partes altas, en donde encuentra a otra de sus presas favoritas: el carnero.CARACTERISTICASEl puma es un felino de gran tamaño y cola larga. Por lo general, su pelaje es de color pardo amarillento o arenoso, que cambia a un tono café rojizo. La parte inferior de su cuerpo es blancuzca, y las orejas y las punta de la cola son oscuras. Sólo cuando es pequeño presenta manchas.Se adapta con facilidad tanto a las altas montañas, como a las áreas secas y desérticas o a la sabana. Lo importante para este felino es la presencia de venados, pues aunque se alimenta de muchos otros animales, el venado es su presa favorita. Al parecer, no hay una sola región habitada por el puma en la que no haya venados.POSIBLES CAUSAS DE SU EXTINCIONEs muy probable que el exterminio del venado sea la causa directa de que también el puma sea catalogado por la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (Sedue) como una especie con "protección especial'.La persecución de los ganaderos, que defienden a sus hatos de los ataques de este depredador, es otra causa de la desaparición casi total del puma en Yucatán.La situación es un círculo vicioso, pues los ganaderos restan terreno a los felinos para sembrar sus campos o extender el pasto destinado al ganado, por lo que los felinos, al escasear el alimento, se acercan demasiado a los ranchos.En otras regiones, la densidad poblacional del puma es variable.La más alta parece encontrarse en la zona de bosques de pino y encino del Estado de México y del norte del país, especialmente en Chihuahua y Coahuila.Al sur, la población se reduce considerablemente debido a la escasez de sus presas favoritas. En los trópicos, su abundancia también se ve restringida por la presencia de otros felinos competidores.Debido a que es un animal que se desplaza más que el jaguar, es un tanto difícil encontrarlo para cazarlo. Sus perseguidores tienen que cubrir círculos cada vez más estrechos hasta localizarlo y acabar con él.En ocasiones, la persecución dura de una a dos semanas. Pero cuando al fin lo encuentran, el resto es fácil, ya que el puma, a diferencia del jaguar que ataca a sus perseguidores, se esconde entre las rocas o las ramas, ya que no ataca ni a los perros ni al hombre. De este modo, se le puede disparar con facilidad.REPRODUCCIONSe reproducen por primera vez cuando tienen de dos a tres años de edad. Las hembras eligen para el alumbramiento madrigueras en lugares rocosos aislados, generalmente en cuevas naturales. Las camadas constan de dos a cuatro cachorros que al nacer presentan numerosas manchas en el cuerpo y anillos en la cola, las cuales desaparecen cuando llegan a la edad adulta.Entre las características del puma se encuentra su particular rugido, que emite en raras ocasiones; incluso, algunos investigadores y campesinos acostumbrados a su presencia informan no haberlo escuchado nunca. Otros hombres del campo, sin mbargo, afirman haber escuchado una especie de rugido o alarido, al parecer sonido semejante al del león africano, pero más agudo y de menor duración.Acostumbra cubrir con hojas y ramas sus excretas y orina, formando montículos característicos a lo largo de las veredas que frecuenta o en los huecos inferiores de las colinas. También deja sus huellas en la corteza de árboles y en los postes de las cercas.El puma caza de noche. A pesar de la oscuridad, localiza fácilmente a sus presas. Se agacha como los gatos y se acerca con cautela, luego se lanza velozmente sobre su víctima.La forma más común de matar a sus presas es mordiendo su nuca o cuello. Por eso, los restos de sus víctimas presentan generalmente un hundimiento en la base del cráneo.Otra costumbre conocida del puma es que antes de devorar al animal ya muerto, lo destripa y coloca las vísceras a un lado para enterrarlas con hojas y ramas. Después de comer, si le sobra carne del animal, la cubre también con hojas para que no sea devorada por otro animal y pueda hallarla al día siguiente y continuar su banquete.Sus presas favoritas en Yucatán, además del venado, son: el ganado vacuno, caballos, jabalíes, agutis, tejones y en ocasiones monos. Algunas veces también se alimenta de pasto, que según algunos campesinos le sirve como "purgante'.El puma no representa un peligro para el hombre ya que raras veces y sólo en situaciones extrañas se han reportado ataques de estos felinos a la especie humana, a la que teme y respeta.A pesar de sus esfuerzos por sobrevivir, el puma es cada vez más escaso y podría desaparecer en unos años si no se establecen medidas para protegerlo.

TIGRILLO

Animal nocturno, ágil y vigoros habitante de las ramas de los árboles, el tigrillo o margay, "chul ya" en maya (Felis wiedii yucatanica), es el más pequeño de los felinos manchados silvestres, apenas un poco mayor que un gato doméstico. Sus grandes ojos oscuros de pupilas alargadas y brillantes y su desarrollado sentido del oído le permiten cazar a sus presas en las oscuras noches de las selvas tropicales.Su larga cola, más que sus patas traseras y sus ojos enormes, son características de su especie. El color general de su cuerpo es gris o café grisáceo con el vientre blanco y está cubierto de manchas negras más claras en el centro que en las orillas, de forma y tamaño variable.Un tigrillo adulto llega a pesar de 3 a 6 kilogramos.Suele confudirse con el ocelote (Felis pardalis), del cual el Diario publicó amplio reportaje en noviembre pasado. En esa ocasión se hizo referencia a que otro nombre con el que se conoce al ocelote es el de tigrillo, debido al gran parecido entre ambas especies. Sin embargo, la diferencia entre ambas especies radica en que el ocelote tiene la cola más corta y, por lo común, es mucho más grande que el tigrillo. Un macho grande de margay puede ser apenas como las hembras más pequeñas de ocelote.Su rango de distribución en el continente abarca desde el sur de México hasta Uruguay y Argentina, en altitudes que alcanzan hasta los 900 metros sobre el nivel del mar. Aunque se encuentra ampliamente distribuido en esta zona, siempre parece ser más raro que el ocelote.A pesar de que la disminución de su hábitat, principalmente por actividades humanas, como la agricultura y ganadería, ha colocado al trigrillo en la lista de animales amenazados del país, la variedad de esta especie que habita en Yucatán, Felis wiedii yucatanica, todavía puede encontrarse al sur y sureste de la entidad, sobre todo en la frontera con Quintana Roo, así como en los extremos este y oeste de la costa.CONOCIMIENTO TRADICIONALComo ningún otro felino pequeño, el margay pasa la mayor parte de su vida trepado en los árboles, donde duerme de día y se alimenta de noche. Su dieta está formada principalmente por aves, aunque también come reptiles y mamíferos arbóreos pequeños.Puede aparearse en cualquier época del año. No se conoce su período de gestación, pero llega a tener de 2 a 3 crías, las cuales nacen ya moteadas y comúnmente en un tronco hueco, aunque en un estudio sobre áreas de incidencia y relaciones ambientales de los felinos en Yucatán, realizado en 1990 por los estudiantes de Biología de la UADY David Alonso Parra y Julián Granados Castellanos, se menciona que también es frecuente que los tigrillos nazcan en el interior de una sascabera.Según consta en ese estudio, actualmente muy pocos campesinos yucatecos pueden distinguir entre el ocelote y el tigrillo, sobre todo por sus huellas y características de pelaje."Una muestra clara de la pérdida del conocimiento tradicional sobre la fauna del campesino maya se ejemplifica con el bajo porcentaje de encuestados que puede distinguir al tigrillo del ocelote", señalan los estudiantes. Como todos los felinos, el tigrillo es un depredador carnívoro por excelencia. Sus hábitos y su mismo organismo están perfectamente adaptados para la cacería.Aunque el tigrillo es una especie amenazada, no se considera en peligro de extinción. La diferencia radica en que cuando una especie está amenzada puede recuperar sus poblaciones si se detienen los problemas que lo afectan, generalmente la destrucción de su hábitat o su cacería.Por el contrario, para una especie en peligro de extinción no es suficiente detener el daño causado, se necesita además implementar programas de recuperación, como protección de áreas donde habita o reproducción en cautiverio.NI UNO IGUAL A OTROEl tigrillo es el único felino del Nuevo Mundo que puede bajar un árbol de "cabeza", es decir, de cara al suelo, gracias a las uniones de sus tobillos que los hacen rotar la suficiente, como sucede con las ardillas.Existe mucha variación individual en el patrón de las manchas y la coloración general del cuerpo, por lo que no existe un tigrillo igual a otro. Sus patas son muy grandes y sus flancos fuertes y flexibles le permiten andar entre las ramas.Con base en encuestas entre la población del interior del Estado, en el trabajo de los estudiantes de Biología de la UADY se indica que la distribución del tigrillo en Yucatán presenta mayor incidencia en los petenes (islotes de árboles que crecen entre la vegetación baja inundable de los pantanos a la orilla de la costa), en el monte alto y en la vegetación secundaria, conocida en maya como "hub'che". También es posible encontrarlos en la milpa y en el plantel (monocultivos de henequén), donde es más escaso.El nombre maya "chul ya" es el más utilizado en Yucatán para este felino manchado, sin embargo, también se le conoce en algunos lugares como "chulul" o "Chuchul". Según el Diccionario Maya Cordemex, chu'chul significa "pequeño animal que mama".La mayor presión que sufre el "chul ya" de las actividades humanas en Yucatán es la cacería y, en mayor medida, los desmontes para agricultura y ganadería, así como la infraestructura urbana y de comunicación, que ocasiona cambios drásticos en su hábitat.En la entidad, los felinos se cazan por la demanda de su piel, para el comercio de crías y como consecuencia de que se alimentan de animales domésticos.La demanda de pieles y crías de éste y otros felinos silvestres ha ocasionado que su cacería se convierta en alternativa de ingresos para los pobladores locales. Empero, al parecer la cacería de felinos no se realiza como actividad específicamente dirigida hacia ellos, sino que es una práctica adicional que se dirige al venado.CAMBIOSEn los principales centros de población, como Mérida, Progreso, Motul, Izamal, Tizimín, Valladolid, Tekax y Ticul, se ha modificado el uso de la fauna, pasando de complemento alimenticio a fuente alternativa de ingresos y actividad recreativa.Generalmente, el mercado de pieles se basa en el jaguar, el ocelote y el tigrillo, mientras que el comercio de crías abarca también a los pumas.La cacería de felinos puede ocurrir en cualquier época del año, aunque existe preferencia por las pieles durante la temporada de sequía, cuando son más firmes y brillantes que durante las lluvias, siendo en el Oriente donde se encuentra el mercado principal para su comercio.En cuanto a su distribución por regiones, se realizó una zonificación por áreas urbanas, indicando la presencia o ausencia del tigrillo:Para la zona urbana que comprende Mérida, Progreso, Motul e Izamal no se tienen reportes de la presencia de tigrillo. Para la zona comprendida por Tizimín y poblados aledaños es probable encontrar a esta especie en las afueras de la zona urbana, al igual que para Valladolid y sus alrededores.La probabilidad de encontrar al tigrillo aumenta hacia el sur de los municipios de Ticul, Pustunich, Yotholín, Oxkutzcab, Akil y Tekax.Las extensiones de bosques tropicales donde habita el tigrillo o margay disminuyen en grados alarmantes. Sólo la protección de las selvas que aún se conservan puede asegurar la existencia futura de este animal nocturno.